jueves, 16 de julio de 2009

El ATPDEA y la dura realidad

La aún flamante administración Obama también ha excluido a Bolivia de las ventajas del ATPDEA. Esto era previsible para todos, menos —según parece— para el Gobierno boliviano.
El tema de la promoción del comercio de la Comunidad Andina vinculado a los trabajos de erradicación de droga, más conocido como ATPDEA (Andean Trade Promotion and Drug Erradication Act), ya lo tocamos en varias ocasiones. Este programa fue negociado por Bolivia con los EEUU durante la administración de Jaime Paz Zamora y luego sus beneficios fueron extendidos al resto de los países andinos. El país que lo inició ahora es castigado por segunda vez en poco menos de siete meses. ¿La razón? La expansión de los cultivos de hojas de coca destinados al narcotráfico, tal como lo documentaron organismos internacionales de reconocida objetividad. El ATPDEA pretende compensar eventuales pérdidas económicas resultado de la erradicación al ofrecer ventajas para la venta de productos en el mercado norteamericano.
Las preferencias se renuevan cada seis meses luego de una “revisión” de las pautas de cada nación con respecto al narcotráfico. En el semestre anterior, fueron revocadas para Bolivia a fines de noviembre de 2008 por el entonces presidente Bush, quien ya culminaba su mandato. Se pensó que la decisión estaba teñida de ideología. Se confió en que con Barack Obama las cosas cambiarían. No fue así. La aún flamante administración Obama también ha excluido a Bolivia de las ventajas del ATPDEA. Esto era previsible para todos, menos
—según parece— para el Gobierno boliviano, que no sabemos a ciencia cierta en qué factores habrá confiado para tal optimismo.
No hay erradicación, no hay ATPDEA, así de simple. Guste o no, el ATPDEA es una ventaja extendida unilateralmente por EEUU. Obviamente, esa ventaja también puede ser retirada unilateralmente si desde el punto de vista de Washington no se cumple con los propósitos de erradicación de coca.
Estamos frente a un grave problema y no es tan fácil “buscar nuevos mercados”. Varias fábricas se están cerrando y la gente se queda sin trabajo. El bastión político de Morales (El Alto) será el más perjudicado. Confeccionistas y artesanos alteños tenían con el mercado estadounidense ganancias y empleos. Todo está ahora en principio de jaque mate. No se trata de “dignidad” ni de frases hechas. Quienes gobiernan asumen la tal “dignidad” con los sueldos que reciben a través de nuestros impuestos. Para el que se queda sin trabajo y no lleva comida a su casa, lo de “dignidad” —así tan difuso y dicho desde el poder— no significa nada.
Tal vez se pensó ingenuamente que un indígena y un negro iban a congeniar automáticamente. Eso no necesariamente fue ni será así. Pese a su resonancia, poco importa asimismo la llamada “solidaridad de los pueblos”. Los actores del sistema internacional tienen intereses permanentes y son ésos los que prevalecen. Para EEUU, su política antidrogas es una política de Estado inamovible, gobierne quien gobierne. La dura realidad ahora golpea nuestras puertas. Esto se suma a un ya alarmante decrecimiento de la actividad económica nacional. Lamentable. Algo habrá que hacer perentoriamente.